DAVOS.- El presidente de los Estados Unidos,
Donald Trump, ha sido el protagonista absoluto aunque ausente de la 47
edición del Foro Económico Mundial de Davos, ya que aunque no ha
aparecido por la localidad alpina no ha habido charla, discusión ni
debate donde no se le mencionara.
Durante cinco días,
3.000 participantes de unos cien países -cifra récord-, entre ellos
cerca de 40 jefes de Estado y de Gobierno, banqueros, empresarios,
estrellas de Hollywood, y líderes en general de la política, la cultura,
la economía y la sociedad civil han discutido sobre liderazgo
responsable, crecimiento sostenible, libre comercio o populismo.
Pero Forest Whitaker, Matt Damon, el presidente chino,
Xi Jinping, el ministro de Economía, Luis de Guindos, el
exvicepresidente estadounidense Joe Biden, el exsecretario de Estado de
Estados Uidos, John Kerry, o su predecesor en el cargo en los años 70,
Henry Kissinger, todos han tenido que pronunciarse sobre el polémico
magnate convertido ya en el hombre más poderoso del mundo.
El más crítico fue el financiero George Soros, que acusó a Trump de ser
"un estafador que va a fracasar", porque tiene maneras de "dictador
mafioso".
También le envió un mensaje el presidente
de China, Xi Jinping, que defendió la globalización y la apertura
comercial, y pidió a los líderes de todo el mundo que digan "no" al
proteccionismo que propugna Trump para evitar que se desate una guerra
comercial.
Directamente afectado por las
declaraciones de Trump sobre la imposición de nuevos aranceles al
comercio exterior, el responsable de la Organización Mundial del
Comercio (OMC), Roberto Azevedo, aseguró que una guerra comercial entre
China y EEUU sería un desastre "de dimensiones desconocidas", y
recomendó a todos "esperar y ver qué hace" antes de criticar.
Entre la gran banca de inversión, como UBS, Bank of America o JP Morgan
Chase, ha cundido el temor a un nuevo sistema regulatorio, ya que a los
mercados les gusta poco la incertidumbre.
Otros
participantes optaron por un discurso algo más conciliador y expectante,
repitiendo hasta la saciedad que hay que esperar y ver qué hace Trump
como presidente después de haber disparado primero como candidato y
después como presidente electo a todo lo que se movía.
El recién llegado secretario general de la ONU, Antonio Guterres,
explicó su intención de "trabajar de manera constructiva con la nueva
Administración de Estados Unidos" y de encontrar "vías de cooperación".
Y, resignado, el presidente del banco ruso VTB Bank, Andrey Kostin, aseguró que "aprenderemos a vivir con Trump".
Pero el sentir general lo expresó la presidenta y consejera delegada de
Hewlett Packard (HP), Meg Whitman, que dijo que el resultado de las
elecciones no es el que ella hubiera deseado pero que había que conceder
a Trump "el beneficio de la duda", para que demuestre si es un líder
responsable y receptivo.
Directivos de compañías como
Alphabet, matriz de Google, el grupo británico de comunicación y
publicidad WPP, el banco Crédit Suisse o Bharti Airtel, la mayor
compañía india de telecomunicaciones, lamentaron a media voz que la
victoria del magnate "haya alimentado un populismo que ha dejado en
primera línea de fuego a las grandes corporaciones", en palabras de
Martin Sorrell, consejero delegado de WPP.
Las
finanzas públicas, representadas entre otros por el gobernador del Banco
de Japón, Haruhiko Kuroda, la directora gerente del FMI, Christine
Lagarde, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, o el
secretario del Tesoro británico, Philip Hammond, han destacado las
buenas perspectivas económicas que muestra el inicio de año y pasan por
encima del latente proteccionismo Trump.
Entre las
escasas muestras de apoyo con las que ha contado Trump destaca el del
exsecretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger, que en tono
paternal le ha recomendado reconducir el legado de Obama, redefinir el
papel del país en el orden mundial y demostrar que no ha renunciado a
ejercer su liderazgo.
Sólo se han librado de
responder a preguntas sobre Trump las jovencísimas componentes de la
orquesta Zohra, la primera de mujeres afganas, todas de entre 12 y 18
años de edad, que han clausurado con un concierto la 47 edición del Foro
de Davos.
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