BUENOS AIRES.- En la campaña que lo
llevó a obtener la Presidencia argentina, Mauricio Macri prometió
reactivar la economía, bajar la inflación, rebajar impuestos y terminar
con el "cepo" al dólar, pero el estado en que Cristina Fernández deja la
economía condicionará la política del nuevo Gobierno.
"El equipo técnico que ha formado Macri para las áreas económicas es
sólido. Pero las limitaciones con las que se van a encontrar también son
sólidas", dijo el dirigente de una de las principales cámaras
empresariales del país, un ejemplo de la cautela que se respira en
Argentina.
Macri duda del verdadero grado de deterioro de las cuentas públicas
con el que se va a encontrar el próximo jueves, cuando tome posesión de
la Presidencia, y que, según los últimos datos oficiales, acumula en los
diez primeros meses del año un déficit financiero equivalente a 16.201
millones de dólares, que suponen el 3,8% del PIB.
Sin embargo, la agencia de calificación Moody's advirtió hoy que la
presión fiscal con la que se encontrará Macri es "alta", con un déficit
en torno al 7% del PIB y un gasto público que cerrará este año en un
nivel cercano al 28% del PIB.
El alto gasto público, muy dirigido al pago de subsidios, se ha
financiado con emisión de moneda, lo que ha impulsado la inflación a una
tasa del 25% anual y a las reservas del Banco Central a una permanente
sangría.
Las restricciones cambiarias impuestas a finales de 2011 no han hecho
más que reforzar el círculo vicioso: distorsión del mercado de divisas,
freno al comercio exterior, paralización del flujo de inversiones
extranjeras.
El resultado: una actividad económica estancada. Según los últimos
pronósticos del Fondo Monetario Internacional, la economía argentina
terminará este año con un crecimiento casi nulo, del 0,4%, y se
contraerá el 0,7% en 2016.
Uno de los datos más preocupantes es el nivel de reservas monetarias del Banco Central.
Según los datos de la autoridad monetarias, las reservas rondan los
25.011 millones de dólares, la cifra más baja desde 2006. Sólo este año
se perdieron unos 6.000 millones de dólares.
El equipo de Macri necesita reforzar las reservas monetarias antes de
poner fin al cepo cambiario, una de las principales promesas del
presidente electo.
Un fin abrupto de las restricciones para acceder a moneda extranjera
sin que el Banco Central tenga capacidad suficiente para intervenir en
el mercado cambiario podría derivar en una brusca devaluación y más
inflación.
El pasado sábado, el designado ministro de Hacienda, Alfonso
Prat-Gay, condicionó la apertura del "cepo" cambiario al refuerzo de las
reservas por ingreso de divisas por liquidación de exportaciones de
granos y mediante otra "fuente" que se negocia y que no quiso revelar.
Además, espera que el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli,
designado por el Gobierno saliente, renuncie para poder poner en marcha
cambios en la política cambiaria.
Para el economista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica,
el desafío del nuevo Gobierno es "volver a tomar las riendas de la
situación fiscal", acabar con el "despilfarro de los subsidios", dejar
de utilizar al Banco Central como "caja" del Gobierno y corregir el
atraso cambiario para incentivar las exportaciones, según dijo.
Para Castiñeira, el otro gran desafío es "solucionar el conflicto"
con los fondos especulativos que litigan contra Argentina en tribunales
de Nueva York por bonos en mora desde finales de 2001, una controversia
que llevó al país a un cese de pagos selectivo que le impide acudir a
los mercados internacionales para colocar nueva deuda.
Cristina Fernández se va y deja no sólo la hipoteca del alto déficit,
reservas exiguas, un presupuesto para el próximo año difícil de
ejecutar y un montaje de restricciones muy complejo de desarmar.
Deja además como herencia un conflicto latente con las provincias por
el reparto de la recaudación de impuestos que limitará aún más los
ingresos del Fisco y hará a Macri pensarse dos veces cómo cumplir con
sus promesas de campaña de rebajar ciertos tributos.
Moody's advirtió hoy que por este cambio en el reparto de los
recursos el Gobierno central tendrá pérdidas de ingresos cercanas al 2%
del PIB al año que "se sumarán al ya alto y creciente déficit fiscal".